A grandes rasgos, distinguimos entre epidermis, dermis y subcutis.
La epidermis está formada por la capa córnea con una capa germinal subyacente. Como su nombre indica, la capa córnea está formada por células córneas que interceptan las influencias más ásperas del entorno. La capa de gérmenes se repone, de modo que la capa córnea se renueva por completo aproximadamente cada cuatro semanas. La capa germinal se divide a su vez en las denominadas capas basal y de células espinosas.
La dermis es una capa de tejido conjuntivo. Aporta elasticidad, pero está claramente sometida a procesos de envejecimiento en esta función. En la dermis discurren vasos sanguíneos, vasos linfáticos y fibras nerviosas. Aquí también se encuentran los folículos pilosos y las glándulas sebáceas y sudoríparas.
Debajo de la dermis se encuentra el subcutis. Está formada por tejido conjuntivo y graso suelto. Sus principales tareas son proteger contra el frío y almacenar energía. También forma la capa intermedia entre la piel exterior y el tejido conjuntivo que rodea los músculos.
Como puede ver, nuestra piel tiene una estructura muy compleja y debe satisfacer una gran variedad de exigencias. Ahora bien, cuando hablamos de curar las enfermedades de la piel de forma natural, la atención debe centrarse siempre en los factores de influencia tanto externos como internos. Sólo entonces podremos hacer justicia a la complejidad de nuestra piel y sus problemas.